domingo, 15 de agosto de 2010

Prueba 1

Estuvo sentada leyendo el libro hasta que la oscuridad del atardecer comenzó a molestarle. Subió la persiana y observó durante unos minutos a las personas que caminaban por la calle. Tuvo ganas de bajar y caminar un rato pero las ansias por terminar la historia no le permitieron cambiar el plan impuesto. Dejó el libro y se sentó frente a la computadora. Ya había bajado nuevamente la persiana, y ahora la luz artificial de la lámpara, reflejaba su cabeza en la pantalla. Rió durante unos segundos, y se imaginó concentrada y escribiendo el libro. No pudo más que burlarse de sí misma y pensar que la psicóloga se haría un festín con sus pensamientos circulares. Últimamente, todo es un círculo a su alrededor. Se levanta pensando en las ideas que no concreta y se acuesta con la misma certeza. Cuando escribe un principio, ya sabe que el final será indefectiblemente un espejismo de los primeros renglones.
Si fuese menos atrevida, dejaría que las cosas decantaran solas en la oscuridad de sus archivos privados. Sin embargo, la introspección que parece mostrar su cuerpo y su voz, desaparece al abrigo de la distancia y al resguardo de la impunidad que le da compartir su debilidad con personas que, sin dudas, respetan su extraña manera de actuar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario