miércoles, 24 de febrero de 2010

Espacio verbal

Ya es de público conocimiento que la proxémica es un tema recurrente en su cabeza. Se sabe dentro del grupo que mantiene una distancia prudencial que le da seguridad, pero aún así todavía no ha podido comprender del todo qué lógica manda la existencia de tal espacio. Muchas veces, ha experimentado que más allá de la distancia física, existe un acercamiento que puede traspasar ,y hasta muchas veces violar, cualquier precaución de incomodidad. No hay, o por lo menos ella no ha encontrado hasta ahora, un filtro que detenga a las palabras. Sí, a la expresión verbal, más allá de la corporal.
Nuevamente, se siente culposa por hacer clasificaciones mentales pero la realidad es que le ordenan un poco el pensamiento. Lejos está de poder hacer un verdadero trabajo de campo, por lo tanto, se conforma con poder observar su alrededor más cercano y tratar de comprenderlo desde ahí.
Por más superficiales que parezcan y/o sean, ella ha reparado en tres grandes grupos.
Por un lado, en aquel que habla constantemente de su vida personal ,aún cuando no conoce demasiado a sus interlocutores. Generalmente, espera no sólo un oído que lo escuche sino también opiniones que se inmiscuyan profundamente en lo personal.
El segundo grupo suele escuchar al primero con atención e interés y frecuentemente responde al requerimiento de opinar sobre la vida ajena. Eso sí, rara vez cuenta sobre su vida personal. Escucha, debate, opina, pero jamás revela.
En el tercer grupo, donde no puede negar que se encuentra ella, están aquellas personas que sienten vergüenza de sólo escuchar los trapitos ajenos. La vergüenza no nace por lo que escuchan, por lo menos ella jamás osaría juzgar de mala manera la neurosis ajena, pero no logran entender el porqué de esa necesidad de ventilarla con total desconocidos. Se sienten invadidos, cuando en realidad no son ellos quienes están hablando. Sienten por lo que el otro no. Y el reflejo seguro a tal situación es la pasividad absoluta. No pueden omitir esas palabras que traspasarán el espacio del otro, esas que justamente piden aquellos ojos demandantes.
La relación entre el segundo grupo y el tercero es, por coincidencia natural, de una complicidad implícita. Mantienen esas relación estrictamente respetuosa y jamás cruzan el umbral que podría reducir ese espacio que mantienen. De esta forma se sienten cómodos. No hay en ellos dobles entendidos ni intenciones, las relaciones no cercanas en el terreno estrictamente emocional son totalmente válidas en este mundo. Todo el tiempo se entrecruzan en esta vida social, conviviendo y comunicándose de forma justa y efectiva.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Soledad

No le caben dudas de que la soledad representa una experiencia subjetiva. Uno puede estar sólo sin sentirse solitario, o por el contrario, sentirse sólo aún cuando se está rodeado de personas.
Lo que le inquieta y quisiera entender es lo que podría denominarse como soledad social. Según lo que ella entiende por este concepto, refiere a la no integración / pertenencia a ningún grupo. Pero si la vida humana es vida social, si el papel de lo social en el desarrollo humano es biológicamente necesario. Entonces, ¿qué factores llevan a las personas a sentirse fuera de toda realidad compartida? ¿ Qué los lleva a la indeferencia total?
Cuanto más lo piensa, más lo siente como una contradicción. Los hombres son seres sociales pero la misma sociedad a la que pertenecen les genera indiferencia y hasta rechazo.
¿Será que la era social puede acabarse? ¿La individualización total y omnipotente es posible? ¿O resultará más redituable?
Como sea, ella lucha por no dejarse apabullar. Bajo ningún concepto quiere caer en esa soledad social que prevé como triste final la desaparición de toda empatía y comunión.

jueves, 11 de febrero de 2010

Área restringida / área liberada

El espacio personal se entiende como una especie de “espacio virtual” que rodea a las personas y que varía según cada individuo y la cultura de la que forma parte.
Hace tiempo que ella observa y analiza cómo funciona esa distancia zonal en cada una de las personas de su contexto. Ésto la ha llevado a hacer una arbitraria clasificación, que consiste en dividir a las personas en dos grandes grupos. Por supuesto, esta división no pretende ser taxativa, bien sabe que las etiquetas generalmente sólo responden a prejuicios por desconocimiento o por mentalidades obtusas. Lejos está ella de querer provocar tal imagen; el siguiente seudo-análisis es el resultados de conclusiones parciales de su mente, que la ayudan a ordenarse y comprender mejor el medio en el que vive.
Por un lado, se encuentran las personas que permiten la entrada libre, y casi invasiva, a su espacio sin demostrar ningún tipo de molestia, por lo menos desde lo observable superficialmente. No sólo permiten la intromisión de personas no cercanas sino que buscan y, por momentos pareciera que necesitaran, de esos contactos cercanos sin filtro.
En el otro grupo, aparecen aquellas personas que vigilan y sobreprotegen su espacio, a tal punto que a veces ni siquiera pueden ingresar ni los miembros más cercanos desde lo emocional y/o familiar. Ella tiene la sospecha de que, este cerramiento corporal y mental, puede ser una estrategia o mecanismo de defensa que las protegen de una supuesta “amenaza exterior”.
Si ella tuviese que etiquetarse en algún grupo, sin duda iría a parar al segundo. No siente ni orgullo ni rechazo frente a tal vana conclusión pero no puede negar que, a veces, quisiera poder romper con la rigidez y los extremos, y darse la oportunidad de encontrar un equilibrio.
Seguramente existan personas que no se identifiquen con su división y con gusto les dará toda la razón. Después de todo, su intención no es enfrascar falsamente a la realidad, sino que sólo pretende un ordenamiento temporal que le permita estudiar(se) y analizar(se) en contexto, a través de la experiencia vivida.

jueves, 4 de febrero de 2010

¿Fecha de caducidad mental?

La capacidad de crear pensamientos, la percepción, la memoria, la emoción, la imaginación, son algunas de las funciones que tiene la mente humana. Ella se preocupa lo mismo, tanto por las funciones intelectuales como por las afectivas. Sabe que el cerebro es como un músculo , y que por lo tanto, necesita de ejercicio constante para desarrollarse en su máximo esplendor. Pero aún a sabiendas de eso, no puede evitar sentir un gran temor.
¿Quién asegura su buen funcionamiento a largo plazo? ¿El deterioro mental es una causa natural de la involución biológica propia de la vejez? ¿Existe tal involución? ¿ O sólo se produce si hay un trastorno patológico? Muchas preguntas y ninguna certera respuesta que la deje más tranquila.
Teniendo en cuenta el caos de dudas y desconocimiento que la acecha, decide tomar una posición que la resguarde y pensar de la siguiente manera: si existe tal deterioro de la mente, no tiene porqué ser global e irreversible. Prefiere respirar con inocencia infantil y convencerse de que casi todo puede ser transitorio y recuperable.